jueves, 29 de mayo de 2008

MEDICINA


Todas las sociedades, hasta donde llegan el registro arqueológico, histórico y las fuentes etnográficas, desarrollan estrategias de gestión de la enfermedad y del mal. Se trata de un estructural en la especie humana que configura lo que llamamos proceso salud/enfermedad/atención puesto que se compone de ideas respecto al bienestar, prácticas de prevención, recursos terapéuticos y modelos de gestión de las crisis. Todo ello oscila entre los recursos propios de los grupos primarios, como la familia, y el conjunto de dispositivos que cada sociedad ha ido configurando. Los recursos disponibles, en todas las sociedades - y también en la nuestra, se basan en técnicas empíricas basadas en el ensayo o error o actualmente también en metodologías experimentales, vinculadas a los recursos del medio, rituales, prácticas de naturaleza mágica, creencias religiosas y modelos complejos de interpretación de la causalidad. Sólo algunas sociedades desarrollaron ocupaciones o profesiones especializadas y apenas algunas han desarrollado instituciones específicas para la gestión de la enfermedad. Otra cosa es que la medicina experimental haya impuesto su hegemonía en el contexto del proceso de medicalización, una faceta muy precoz del proceso de globalización (ver antropología médica).
En la Grecia Antigua destacan los textos hipocráticos, en los que se abordan enfermedades desde perspectivas naturalistas. Prácticamente ya no se admitían las intervenciones de fuerzas divinas en la producción de enfermedades. Grandes legados dejarían a la medicina Hipócrates y la Escuela Alejandrina.
La Roma Antigua, por su parte, desarrolló las escuelas y figuras médicas de origen griego, sintetizando y superando algunos trabajos helénicos.
La herencia griega es conservada durante la Edad Media, y transmitida principalmente por traducciones hechas por árabes y persas, que completaron muchas observaciones griegas y crearon escuelas de medicina y hospitales que sentarán las bases de los modernos estudios universitarios.
El Renacimiento fue un período caracterizado por el conflicto entre la autoridad de los antiguos y la observación directa en contacto con la realidad, manifestándose en primera instancia en la anatomía. Destaca la figura de Vesalio y su aporte a la anatomía.
A partir de la segunda mitad del siglo XVII y a través del siglo XVIII, la información existente se va precisando, ordenando y completando. El surgimiento del microscopio marca un hito fundamental en la biología. Surgen nuevos planteamientos, como la generación espontánea, la preformación y epigénesis. Comienza a constituirse una primera etapa positivista. Surgen concepciones dispares como la mecanicista o yatromecánica y la vitalista o yatroquímica en la fisiología.

Alcmeon de crotona

Muy pocos son los que lo conocen por su propio nombre, es de la generación de pitagóricos contemporáneos o sucesores inmediatos de Pitágoras. El único pensador itálico entre Pitágoras y Parménides, de cuyas opiniones tenemos testimonios suficientes como para justificar su estudio, es Alcmeón de Crotona el cual tendría su acmé a comienzos del siglo V a. de Cristo. Sabemos que era dualista y que tuvo algún tipo de contacto con Pitágoras. El Yámblico cataloga a Alcmeón entre los contemporaneos de Pitágoras, joven discípulo suyo, cuando él era anciano. De todos modos dado que en la misma lista sitúa a Filolao, Arquitas y Leucipo, su testimonio carece de valor alguno. Por su parte, Aristóteles, que menciona a Alcmeón por su nombre en varias ocasiones, afirma que era joven cuando Pitágoras era un anciano pero no dice nada sobre que fuera su discípulo o que lo conociera. También conjetura con que, Alcmeón, tomó sus teorías de los pitagóricos o ellos de él, pero nunca afirma que fuera miembro de la escuela. Por su parte Diógenes Laercio habla de la relación de Alcmeón con Brotino, y, dado que sabemos que éste mantuvo una estrecha conexión con Pitágoras, es una muestra clara de que Alcmeón mantuvo un estrecho contacto con la escuela pitagórica. Diógenes cita también a León y Bátilo, los cuales, según la lista de Yámblico, aparecen entre los pitagóricos. Parece que Alcmeón se interesó preferentemente por asuntos realcionados con la medicina y con la fisiología, aunque lo cierto es que se preocupó también por cuestiones de filosofía natural.

ORIGEN DE LA MEDICINA

Para hablar de los orígenes de la medicina es preciso hacerlo antes de los rastros dejados por la enfermedad en los restos humanos más antiguos conocidos y, en la medida en que eso es posible, de las huellas que la actividad médica haya podido dejar en ellos. Mark Armand Ruffer (1859-1917), médico y arqueólogo británico, definió la paleopatología como la ciencia de las enfermedades que pueden ser demostradas en restos humanos de gran antigüedad. Dentro de las patologías diagnosticadas en restos de seres humanos datados en el Neolítico se incluyen anomalías congénitas como la acondroplasia, enfermedades endocrinas (gigantismo, enanismo, acromegalia, gota), enfermedades degenerativas (artritis, espondilosis) e incluso algunos tumores (osteosarcomas), principalmente identificados sobre restos óseos.
Entre los vestigios arqueológicos de los primeros homo sapiens es raro encontrar individuos por encima de los cincuenta años por lo que son escasas las evidencias de enfermedades degenerativas o relacionadas con la edad. Abundan, en cambio, los hallazgos relacionados con enfermedades o procesos traumáticos, fruto de una vida al aire libre y en un entorno poco domesticado.
La excepción a esta norma la encontramos en la tuberculosis, considerada por varios autores como la enfermedad humana más antigua que se conoce. Una de las hipótesis más aceptadas sobre el surgimiento del Mycobacterium (el germen causante de esta enfermedad) propone que el antepasado común denominado M. archaicum, bacteria libre, habría dado origen a los modernos Mycobacterium, incluido el M. tuberculosis. La mutación se habría producido durante el Neolítico, en relación con la domesticación de bóvidos salvajes en África. Las primeras evidencias de tuberculosis en humanos se han encontrado en restos óseos del Neolítico, en un cementerio próximo a Heidelberg, supuestamente pertenecientes a un adulto joven, y datados en torno a 5000 años antes de nuestra era. También se han encontrado datos sugestivos de tuberculosis en momias egipcias datadas entre los años 3000 y 2400 adC. En cuanto a los primeros tratamientos médicos de los que se tiene constancia hay que hacer mención a la práctica de la trepanación (perforación de los huesos de la cabeza para acceder al encéfalo). Existen hallazgos arqueológicos de cráneos con signos evidentes de trepanación datados en torno al año 3000 adC. en los que se postula la supervivencia del paciente tras la intervención. Los más antiguos se han hallado en la cuenca del Danubio, pero existen hallazgos similares en excavaciones de Dinamarca, Polonia, Francia, Reino Unido, Suecia, España o Perú.
La etnología, por otra parte, extrapola los descubrimientos realizados en culturas y civilizaciones preindustriales que han conseguido sobrevivir hasta nuestros días para comprender o deducir los modelos culturales y conductuales de las primeras sociedades humanas. En general, las sociedades nómadas, recolectoras y cazadoras, no poseen la figura especializada del sanador y cualquier miembro del grupo puede ejercer esta función, de manera principalmente empírica. En cambio, las sociedades asentadas, que han abandonado patrones trashumantes y comienzan a aprovechar y modificar el entorno en su provecho, tienden a especializar a un miembro del grupo en funciones de brujo, chamán o sanador, con frecuencia revestido de algún poder o influencia divina.
Estos sanadores suelen ocupar una posición social privilegiada y en muchos casos se "subespecializan" para tratar diferentes enfermedades, como se evidenció entre los aztecas, entre los que podía encontrarse el médico chamán (Ticitl) más versado en procedimientos mágicos, el Teomiquetzan, experto sobre todo en heridas y traumatismos producidos en combate, o la Tlamatlquiticitl, comadrona encargada del seguimiento de los embarazos.
Por otra parte, las sociedades primitivas suelen considerar al enfermo como un "impuro", especialmente ante procesos patológicos incomprensibles, acudiendo a la explicación divina, como causa de los mismos. El enfermo lo es porque ha transgredido algún tabú que ha irritado a alguna deidad, sufriendo por ello el "castigo" correspondiente, en forma de enfermedad.
La evolución de la medicina en estas sociedades arcaicas encuentra su máxima expresión en las primeras civilizaciones humanas: Mesopotamia, Egipto, América precolombina, India y China. En ellas se expresaba esa doble vertiente, empírica y mágica, característica de la medicina primitiva

HISTORIA DE LA MEDICINA

La historia de la medicina es la rama de la historia dedicada al estudio de los conocimientos y prácticas medicas a lo largo del tiempo. Desde sus orígenes, el ser humano ha tratado de explicarse la realidad y los acontecimientos trascendentales que en ella tienen lugar como la vida, la muerte o la enfermedad. Las primeras civilizaciones y culturas humanas basaron su práctica médica en dos pilares aparentemente opuestos: un empirismo primitivo y de carácter pragmático (aplicado fundamentalmente al uso de hierbas o remedios obtenidos de la naturaleza) y una medicina mágico-religiosa, que recurrió a los dioses para intentar comprender lo inexplicable. Con Alcmeón de Crotona, en el año 500 adC, se dio inicio a una etapa basada en la tekhne ("técnica"), definida por la convicción de que la enfermedad se originaba por una serie de fenómenos naturales susceptibles de ser modificados o revertidos. Ese fue el germen de la medicina moderna, aunque a lo largo de los siguientes dos milenios surgirán otras muchas corrientes (mecanicismo, vitalismo...) y se incorporarán modelos médicos procedentes de otras culturas con una larga tradición médica, como la china. A finales del siglo XIX los médicos franceses Bérard y Gubler resumían el papel de la medicina hasta ese momento: "Curar pocas veces, aliviar a menudo, consolar siempre". La medicina del siglo XX, impulsada por el desarrollo científico y técnico, se fue consolidando como una disciplina más resolutiva, aunque sin dejar de ser el fruto sinérgico de las prácticas médicas experimentadas hasta ese momento: la medicina científica, basada en la evidencia, se apoya en un paradigma fundamentalmente biologicista, pero admite y propone un modelo de salud-enfermedad determinado por factores biológicos, psicológicos y socioculturales.